Miguel Yaksic, sacerdote jesuita: Chile necesita una política migratoria integral

foto_0000000120150907170523

Miguel Yaksic, sacerdote jesuíta y director nacional del Servicio Jesuita a Migrantes (SJM) es un observador, pero también ferviente actor del debate sobre inmigración y dignidad desde su trabajo en este departamento que otorga trabajo, asilo y dirección a personas en esta situación.  En una semana marcada por la triste diáspora de migrantes en busca de suelo seguro para ellos y sus familias en Europa, tragedias que ponen en portada el conflicto, el también licenciado en filosofía de la Universidad Alberto Hurtado, teología de la Pontificia Universidad Católica y máster en teología del Boston College, EEUU, aboga hoy por una legislación en la materia que permita a Chile insertarse en esta crisis internacional.

Sin ir más lejos, el pasado 30 de agosto, la Municipalidad de Santiago ejecutó la orden de desalojo contra los 330 habitantes de un edificio patrimonial ubicado en las inmediaciones del barrio Mapocho. El inmueble era ocupado exclusivamente por 45 familias inmigrantes que convivían en pésimas condiciones estructurales y de salubridad que alertaron a la autoridad sobre las condiciones de vida en que llegan al país diferentes extranjeros.

“De acuerdo con la CASEN 2013 los migrantes en Chile trabajan, cotizan, tienen más años de escolaridad en promedio que los chilenos y aportan al progreso del país. Pero en materia de vivienda exhiben índices muy preocupantes de hacinamiento”, explica el sacerdote.

Esta paradoja tiene dos vertientes, dice sobre la naturaleza de ingreso a Chile, ya que su prioridad es trabajar y ahorrar dinero para enviar las remesas a su país, lo que conlleva abaratar costos y apretarse el cinturón ante lo fundamental. “Por otro lado, cuando se encuentran en situación migratoria irregularno pueden acceder a un contrato de arrendamiento justo y son víctimas de muchos abusos por parte de los propietarios”, agrega.

“Lo que Chile necesita es una política migratoria integral. Esto supone cuatro elementos: enfoque de derechos, lógica intersectorial, perspectiva intercultural y una autoridad que unifique y gestione la visión del Estado sobre la migración”, insiste el Director Nacional del SJM y delegado para el Sector Social de los Jesuitas en Chile, y coordinador del Cono Sur de la Red Jesuita con Migrantes (RJM).

¿Qué claves comunes hay entre lo que hemos visto en Austria, Hungría, Grecia o Italia y esta cruda realidad de las condiciones de vida de los migrantes en nuestro país?
-Europa y Chile se parecen en que son zonas de acogida y destino y, como tales, tienen el deber de proteger los derechos de quienes migran hacia ellos. No podemos tratar a los migrantes de modo utilitario, como si solamente fueran generadores de recursos, de dinero y de trabajo. Ellos son, antes que todo, personas. Por eso estamos llamados a respetar sus derechos antes que nada.

¿Dónde se vislumbra una solución al dilema de recibir a inmigrantes en busca de refugio, respecto a las reales posibilidades de un país huésped y su realidad económica?
-Europa es un continente de 300 millones de habitantes y tiene mucha dificultad para gestionar 40.000 solicitudes de refugio. El Líbano es un país de 3 millones de habitantes y recibe un millón y medio de refugiados sirios y Turquía, por su parte, acoge 2 millones de refugiados sirios. Lo anterior ciertamente le plantea preguntas muy serias a Europa respecto de cómo recibe los refugiados. Sobre todo en el caso de los países que han firmado el protocolo de Ginebra sobre la no devolución. En Chile ocurre lo propio. No podemos rechazar a las personas que migran a Chile en busca de protección porque Chile ha firmado y ratificado el protocolo de Ginebra.

Fuente: La Nación