Educación no Sexista: La experiencia del Colegio Latinoamericano

El establecimiento de Providencia ha intentado llevar a la práctica la consigna que estas últimas semanas se ha tomado los espacios educativos y las calles capitalinas. Con talleres al cuerpo docente, actividades de información para la comunidad escolar y la inclusión de materias de género en la planificación de todos los ramos, Rosario Olivares, su directora, aporta un grano de arena para la promoción y el avance de la educación no sexista en Chile.

La fachada del colegio Latinoamericano de Integración, ubicado en la comuna de Providencia, luce dos banderas que dan la bienvenida a estudiantes, profesores, profesoras, apoderados y apoderadas. Una –roja, naranja, amarilla, verde azul y morada-, representa a la comunidad LGBT. La otra –celeste, rosada y blanca-, a la comunidad trans.

Es el mes de la diversidad en el establecimiento y, en un contexto particularmente convulsionado por materias de género e identidad sexual, la ofensiva del Latinoamericano para instaurar la educación no sexista como un principio básico ha sido activa.

El diario mural instalado en la entrada exhibe un afiche titulado “Trans-formando la Escuela” y expone a continuación los panelistas que asistirán al foro organizado para la ocasión. A un costado hay otro afiche que dice “Juntas enfrentemos el VIH”.

Rosario Olivares es la directora del Latinoamericano de Integración desde hace pocos meses. Es profesora de filosofía y declarada feminista. Su escritorio acoge, entre otros textos, “El género, la construcción cultural de la diferencia sexual”, compilado por Marta Lamas, “Mujeres chilenas, fragmentos de una historia”, compilado por Sonia Montecinos, “Los anormales”, de Michel Foucault y un par de libros más de filosofía. Debajo de uno de los libros asoma un posavasos con la leyenda “Vivamos como vivamos, #SiempreCondón”.

Atrás del escritorio, pegado en la muralla, una planilla de notas enmarcada, hecha a mano, “cuando no existía Excel”, como el mismo papel –escrito en 1973- detalla.

“En este colegio hay una niña trans que va en primero básico”, parte comentando Rosario Olivares. “Por medio del ministerio de Educación, el año pasado se mandó una cartilla donde están las observaciones que los directores y directoras -y los sostenedores de los colegios- tenemos que tomar cuando matriculamos niños o niñas trans. Esa circular no es supervisada, a nadie le importa lo que pasa. Son observaciones, por lo tanto, nosotros pensamos que el hecho de que a nadie le interesara que fuera cumplido no era motivo para no cumplir. No queríamos solo matricular a Alicia, sino que queríamos educar a toda la comunidad acerca de cómo se educan escuelas diversas, donde hay gente que tiene distintas orientaciones e identidades sexuales y cómo trabajar con niños y niñas trans”.

El documento elaborado por el ministerio de Educación “establece que los sostenedores y directivos de establecimientos educacionales están obligados a respetar todos los derechos que resguardan a estudiantes, junto con tomar las medidas administrativas, sociales y educativas apropiadas para proteger y garantizar esos derechos contra toda forma de acoso discriminatorio, tales como prejuicios, abuso físico o mental, trato negligente, vulneración de su intimidad y privacidad  y/o malos tratos; velando  por el resguardo de su integridad psicológica y física, y dirigir todas las acciones necesarias que permitan su erradicación en el ámbito educativo”. La circular precisa, además, “que los padres, madres, apoderados o el propio estudiante si es mayor de edad, pueden pedir al establecimiento el reconocimiento de la identidad de género y medidas de apoyo”.

En el colegio que dirige Olivares quisieron ir un poco más allá. Hace un par de semanas iniciaron un trabajo para incluir dentro de la planificación mensual de mayo temas de género en cada una de las disciplinas. Así, en Educación Física abordaron los conflictos en torno a deportistas trans y su categoría en los Juegos Olímpicos, en Historia están revisando a las grandes mujeres que transformaron Chile y en Arte trabajaron una intervención llamada “La Casa Trans-parente”, haciendo un guiño a “La casa de vidrio”, la controvertida instalación de 1999.

Además, se trabajó una jornada de capacitaciones (“taller de sexualidad, género y derechos humanos”) para el equipo docente a cargo de Romina Ramírez, profesora de Historia y activista trans. “Responde a la incapacidad del cuerpo docente actual para poder responder a las problemáticas que derivan del sexismo y heterosexismo. Para poder entender todo, más allá de las herramientas que te pueda entregar una ley o una circular, lo que tienen que entender los profesores es la sexualidad.  El Estado debería entregar estas capacitaciones. El Estado entrega leyes, pero no culturiza a los profesores. Los profesores siguen con la misma enseñanza de la educación universitaria, lugar en el que no te entregan formación sobre estos temas”. “Hay un desconocimiento bien grande en el ámbito docente respecto de categorías generales de la teoría de género. Los profesores que saben un poco del tema son porque solos han buscado esta información, pero en la formación docente no existe. Entonces la Romina parte enseñando estas categorías fundamentales, cómo se despliegan en el mundo trans y cómo eso tiene que ser asumido por la escuela. Los niños y niñas trans tienen derecho a que las escuelas no solo las incluyan como una cosa de discriminación positiva, sino que la escuela se transforme con ellos”, sostiene Olivares.

Alicia llegó al Latinoamericano a comienzos de este año con un avanzado proceso de tránsito. Con el apoyo de sus padres y de un jardín que trabajó en su integración, ha logrado consolidar el camino que ella misma distinguió desde los tres años. Alicia ocupa el baño de mujeres, es llamada por su nombre social en cualquier instancia educativa y sus compañeros y compañeras de curso fueron introducidos en el tema a través de un cuenta cuentos que relató la historia de un país en el que las hadas son las encargadas de comunicar el sexo de los recién nacidos. Un día la labor recayó sobre un hada novata, que “como estaba tan nerviosa, no miró bien y creyó que ese bebé era varón, porque solo miró su cuerpecito, olvidando mirar donde tantas veces le enseñaron que debía mirar; que era en el cerebro”. Los reyes del país, ante el entuerto, se apuraron en intentar enmendar el error, para que la familia supiera que “su hijo era una auténtica niña y que por eso no se sentía feliz”.  “Les pidió perdón a los padres por la equivocación y les aconsejó que vistieran a su hija con ropa que a ella le gustara, que le compraran juguetes que a ella le gustaran y que la llamaran como a ella le gustara, así poco a poco llegaría a ser feliz”, termina diciendo el libro.

Olivares cuenta con un paso por dos liceos municipales de Providencia en los que, dice, la mayor resistencia a este tipo de iniciativas la ofrecían profesores y directivos: “Por parte de los y las estudiantes siempre fue más fácil. Ellos estaban súper abiertos a discutir. Había mucha más oposición por parte de profesores, profesoras y directivos. En general había personas que simplemente no querían que estos temas se hablaran. Lamentablemente me parece que al día de hoy muchas de esas cosas ya no se hacen, sin embargo, los y las estudiantes no se han olvidado y hoy siguen planteando estas temáticas, tratando de cambiar esos colegios que están separados por género y que los hacen estar manifestándose en las calles. En la marcha del otro día me encontré con estudiantes que tuve y ellos saben que es una temática que hoy es importante y que hay que defender”.

La directora hace alusión a la marcha del miércoles 16 de mayo, en la que decenas de miles de personas –estudiantes principalmente- coparon la Alameda para reclamar por una educación no sexista y libre de violencia machista. Marchó junto a los y las estudiantes del Latinoamericano, quienes cuentan con un protocolo de marchas en los que se convoca al estudiantado de entre 7mo básico y 4to medio a votar su adhesión o no a la manifestación. El 88% de los votos fueron a favor y así, desde la política institucional del establecimiento, Olivares y el cuerpo administrativo y docente del Colegio Latinoamericano intentan, a través de la práctica, aterrizar algunas de las consignas de un movimiento que, al parecer, recién parte.

Fuente: Radio Universidad de Chile