El rol de la enseñanza de la Historia en democracias post dictatoriales – Sandra Raggio

Conferencia pública de Sandra Raggio realizada en el Museo de la Memoria y los Derechos Humanos como parte del lanzamiento público del proyecto Anillos “Tecnologías Políticas de la Memoria: usos y apropiaciones contemporáneas de dispositivos de registro de pasadas violaciones a los derechos humanos en Chile”.

¿Cuál es el rol de la enseñanza de la Historia en las democracias post dictaduras?

Los procesos de memoria para países del Cono Sur, como Uruguay, Argentina, Chile o Brasil, han sido bien complejos, pero también de muchos espacios y de recorridos comunes. Lo que hoy se está discutiendo en Chile, y que tiene que ver con la enseñanza de la Historia, ha sido un debate también en Argentina en otros momentos, y lo sigue siendo, por cierto.

La pregunta formulada como origen de la conferencia en realidad no tiene una respuesta unívoca, lo que me interesa es que pensemos acerca del rol de la Historia en las sociedades post dictatoriales. En principio, uno piensa que esta cuestiones ya se dijeron, porque ya se han dicho muchas cosas, pero yo trataré de referirme a otras más vinculadas con la disciplina histórica, de cierto mandato ético que tenemos con el pasado de nuestras sociedades. Pero en realidad uno debería poder indagar en relación a cuál es el sentido de la enseñanza de la Historia en nuestras sociedades hoy atravesadas por los procesos de la dictadura militar, no tanto asociadas con aquellas marcas que dejaron los pasados. Porque no es una cuestión acerca de qué pasados estamos enseñando, abordando o transmitiendo, sino que la discusión pasa y la pregunta se responde en función de qué futuro estamos imaginando, y esa hoy, probablemente, la discusión en Chile y en muchos otros lugares también atravesados por un régimen de historicidad, y eso es importante pensarlo.

Hoy la percepción del tiempo, la percepción social del tiempo, aquel régimen de historicidad de las democracias liberales y del capitalismo actual es muy distinto de aquellas que emergieron en el tiempo de la modernidad, y entonces me parece que esta respuesta sobre cuál es el rol de la enseñanza de la Historia en las sociedades post dictatoriales remite a pensar de qué democracias estamos hablando.

Lo anterior tiene que ver con lo que se ve hoy en las calles de Chile, que básicamente es un espacio de disputa. Una disputa no solo por la significación del pasado, porque podemos incluso llegar a estar de acuerdo con la significación del pasado, sino sobre todo con que esa significación del pasado tiene que ver en realidad con la construcción de nuevos horizontes de expectativas, y eso me parece que hoy es lo que está en discusión en Chile y en otras dimensiones y lugares de América Latina.

Aquellos que se fastidian con los memoriosos, con los que insistimos con la memoria, con la Historia, con los que nos ponemos contentos cuando se hace un museo de la memoria, cuando se crean sitios de memoria, cuando se desclasifican archivos de la memoria y de la represión, cuando en el currículo escolar aparece la palabra memoria y construcción de la memoria, son los mismos que se fastidian hoy con la implicancia de la presencia del pasado en la construcción de esos nuevos horizontes de expectativas.

A modo de anécdota, recuerdo una vez que estaba en Rosario, una ciudad Argentina muy atravesada por la represión y uno de los primeros lugares donde se creó un museo de la memoria. Yo iba precisamente a ese museo, pero no sabía muy bien dónde quedaba. Le pregunté al taxista, y bueno, las conversaciones con los taxistas en cualquier parte del mundo son siempre interesantes, y esta no dejó de serlo. Entonces me dice que sabía dónde quedaba y me mira diciéndome “¿le hago una pregunta? Si yo, por ejemplo, ahora que la estoy llevando y estoy conduciendo el auto, estaría todo el tiempo mirando para atrás ¿qué pasaría?” No sé, le digo, chocaríamos. Y en seguida le pregunto: “¿y entonces por qué tiene tantos espejos el auto? Usted se la pasa mirando para atrás, porque la Historia es un espejo retrovisor”.

Mirar para atrás tiene que ver, básicamente, con ir para delante, entonces esa es una primera cuestión. El dilema en torno a la enseñanza de la Historia no tiene que ver con el pasado, con la discusión del pasado, sino que tiene que ver con la discusión del futuro, y esa es una de las cuestiones que quiero destacar. No se trata de que tenemos que enseñar Historia porque tenemos solo un deber con los muertos, eso tiene que ver con nuestro deber ético con los ausentes, eso tiene que ver también con nuestros posicionamientos políticos, es una construcción social. El deber de las nuevas generaciones en torno a sus muertos es un lazo que debe construirse socialmente, y que en definitiva tiene que ver con ese lazo de construcción hacia delante, con cómo se va construyendo esa sociedad hacia delante.

Otra de las cuestiones, para derribar algunos mitos, es que la enseñanza de la Historia es una garantía de no repetición. Bueno, la disciplina histórica en la escuela no es una garantía de no repetición. No reside ahí la cuestión. No porque enseñemos las dictaduras militares a las nuevas generaciones muy minuciosamente y con muchos datos y explicaciones estaremos, de alguna manera, garantizando que las sociedades actuales no pasen lo mismo que pasaron en el pasado. La memoria no es la garantía de no repetición, porque depende de qué memoria y para qué. Por eso nuevamente la discusión reside en qué sociedad queremos ser. Y ahí la cuestión tiene que ver con la construcción de las identidades.

Stuart Hall dice que la identidad no es lo que soy o lo que fui, sino en lo que quiero convertirme. Entonces la discusión es en qué queremos convertirnos, y ahí está cuál es el rol social que tiene la Historia y la enseñanza de esta en la construcción de las sociedades y el proyecto de sociedad que queremos construir.

Si hoy se violan los derechos humanos en nuestras democracias no tiene que ver con que fallamos en la enseñanza de la Historia, sino que tiene que ver con que en este presente las formas de resolución de los conflictos están ligadas con las prácticas de violaciones a los derechos humanos que también comete el Estado. Ese Estado que tiene el deber de recordar lo que pasó, pero que hoy, conjuntamente a hacer museos de memoria y tener políticas de memoria, comete violaciones a los derechos humanos.

En democracia se violan los derechos humanos. Se violan tanto en Argentina como en Chile y no depende de las políticas de memoria o cuán memoriosos seamos, sino que depende de las tensiones y los conflictos que se desarrollan en el presente. Por lo mismo, vuelvo a insistir que la Historia tiene que ver con los debates en torno a este presente y no con los debates en torno al pasado, y en torno a cómo, de alguna manera, superamos en este presente las condiciones de posibilidad que también fueron parte de las construcciones de posibilidad de ese pasado.

Las actuales violaciones a los derechos humanos, la producción de nuevas desigualdades que tienen las sociedades contemporáneas y las sociedades capitalistas y liberales están vinculadas con las continuidades de las dictaduras militares, son formas y nuevos dispositivos estatales de resolución de los conflictos actuales. Y acá me quiero replantear la pregunta; la pregunta entonces es ¿por qué se les ocurre que no hay que enseñar Historia?, ¿por qué a los gobiernos actuales se les ocurre que es una buena idea que no hay que enseñar Historia?, porque para empezar a preguntarnos cuál es el rol de su enseñanza en las sociedades post dictatoriales conviene hacernos la pregunta de cuál sería el rol de la no enseñanza de la Historia en estas sociedades y en estas democracias.

Y esto último me parece que es clave, y tiene que ver con lo que decía antes: las sociedades neoliberales tienen un nuevo régimen de historicidad distinto de aquellas burguesías liberales propias de las modernidades del siglo XIX, y que fueron las conformadoras de los estados-nación. La Historia es una disciplina que nace en momentos de consolidación; como disciplina se fortalece, nace, se constituye en la formación de los estados-nación. Pierre Nora llamaba a esta Historia la historia-memoria. Esa Historia ligada a la construcción de las identidades nacionales, una Historia que estaba vinculada a la construcción de una identidad que superara otras identidades. Por ejemplo, las identidades de clase: antes que trabajador eres francés, alemán, italiano. De alguna manera ya es un tema demasiado abordado en la historiografía como para seguir insistiendo.

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